Otra vaina de Damelis Castillo para el análisis, debate y reflexión, compartido por ATCC
Indicadores de una nueva manera de pensar, hacer y promover la Cultura
Damelis Castillo
Iniciamos el siglo XXI, como testigos de los innumerables cambios que están estructurando y modificando nuestro sistema de creencias, nuestras instituciones políticas y nuestra propia manera de vivir.
Si bien en nuestros países latinoamericanos aún se pretenden abordar los problemas sociales por medio de indicadores macroeconómicos y analizar los fenómenos culturales con posturas de nuestra dependencia cultural, la discusión actual radica en crear y construir nuestros propios indicadores a partir de las interacciones multiculturales que se generan en las bases populares, debatiéndose sobre las concepciones elitistas de las políticas culturales de Estado que aun se continúan generando en la mayoría de nuestros países.
La discusión de los objetivos y medios de la política social es la ocasión de preguntarnos, cual es la sociedad que estamos construyendo y aspiramos construir en la América de la región Sur del siglo XXI, ¿cuales son los retos que se nos presentan para conseguirlo? Revisemos pues, los códigos culturales organizativos atados a estilos y maneras antiguas o anacrónicas de administración, ¿serán estos códigos reemplazados por redes inteligentes y dinámicas sin fronteras?, ¿jerarquías o tecnocracias burocráticas? ¿Nos conducirán a nuevas posibilidades de organización, capaces de manejar incertidumbres, complejidades heredadas y nuevas?
Nuestras sociedades, cada vez más pluriculturales y multiétnicas, necesitan analizar con detenimiento las posturas de inserción de nuevas formas de producción cultural, sin que ello implique la pérdida de rasgos elementales de identidad cultural de los grupos que lo conforman.
Durante los recorridos que continuamente realizamos por comunidades indígenas, caseríos rurales, pequeñas ciudades lejanas o en la periferia de las grandes ciudades cercanas al mar o a ríos, se evidencian diferencias y aproximaciones culturales que a su vez resaltan valores y tradiciones de cada nación, las cuales dependerán del proceso de globalización y del nivel de concienciación de cada comunidad, así como de las estrategias que éstas adoptan en su cotidiana lucha por la sobrevivencia.
Existe una creciente demanda histórica que exige una mayor participación ciudadana y sobre todo la necesidad de que se dignifique y promueva socialmente a los cultores que han hecho su proyecto de vida en la resistencia cultural contra todo tipo de homogeneización global.
Acercar cada vez más a los hombres y mujeres creativas y comprometidas con su comunidad para defender los procesos políticos transformadores en beneficios sociales directos e indirectos de los trabajadores de la cultura.
La integración para nuestro continente significa estabilidad democrática, soberanía, seguridad regional, perspectiva social de crecimiento y una lucha decidida contra todo tipo de pobreza. Luchar por llevar a la práctica la democracia participativa y protagónica, lo que en sistema educativo y cultural implica una nueva manera de asumir la elaboración, planificación, ejecución y evaluación de políticas públicas.
¿Qué significa, cuando hablamos de participación popular protagónica y construcción de nuevas ciudadanías?, ¿Estamos haciendo referencia a lo mismo o a prácticas y políticas culturales públicas que pueden ser completamente diferentes e incluso, contrapuestas?, ¿Como deben reflejarse los indicadores de mayor suma de felicidad posible, cuando hablamos de gestión cultural comprometida con procesos de generación de conciencia y compromiso social?
Procesos constructivos de indicadores culturales socialistas
Dentro de una gestión que desea avanzar hacia el socialismo del siglo XXI, nos confrontamos muchas veces con diversas fórmulas recurrentes de la “dominación simbólica”, que se nos presenta en un contexto de “modernización global”, construidas por otras sociedades, (principalmente europeas o norteamericanas), representaciones de indicadores de gestión netamente mercantilistas, porque fueron diseñadas, ejecutadas y difundidas en nuestros países por organizaciones económicas que han asumido teorías, técnicas y prácticas totalmente capitalistas.
Desde el punto de vista antropológico, hablar de la relación entre cultura y economía, hace parte de la cultura de cada pueblo. La ambigüedad está basada en el desarrollo como progreso material o en la cultura solo como un fin y objetivo del desarrollo, Cultura es el florecimiento de la existencia humana en sus diversas formas, expresiones creativas y como un todo: cultura social, cultura artística, cultura tecnológica, cultura científica, cultura política, cultura religiosa, cultura educacional y cultura económica. Todos los segmentos tienen una relación con cada otro, con el conjunto, momento histórico, entorno geográfico y con el ambiente natural.
Los indicadores pueden ser clasificados de acuerdo a su función, como indicadores sistémicos y de desempeño. Diversos autores indican fundamentalmente dos formas de construir indicadores denominados “Bottom-Up” y “Top-Down”. En el indicador “Bottom-Up”, las variables y grupos de indicadores son seleccionados de forma participativa contándose con la opinión de los diversos actores sociales vinculados. Ya en el abordaje llamado “Top-Down”, los especialistas definen los indicadores”.
Van Bellen (2005) afirma además que para Jesinghaus la situación optima seria “aquella en la cual las comunidades seleccionan sus prioridades en un proceso participativo, vinculando diversos actores e incorporándolos en un sistema desarrollado por especialistas”.
Analizando diversos documentos producidos por diversas instituciones culturales nacionales e internacionales en encuentros con las comunidades, representantes de organizaciones culturales, trabajadores culturales, cultores y artistas, se perciben variables que aún se refieren predominantemente a los aspectos económicos sin tomarse en cuenta o considerarse realmente el valor cualitativo de lo social, sus alcances y prospectivas de bienestar colectivo.
Consideramos que muchas veces no se toman en cuenta el valor “subjetivo”, de los procesos que se generan cotidianamente, siendo que estos procesos en la labor social cultural son muchas veces más importantes que los propios indicadores denominados “resultados finales” o “justificativos demostrativos” de inversiones económicas. Foco de alerta especial sobre todo si hablamos de participación colectiva en la construcción del socialismo del siglo XXI. ¿Cómo reducir poesía, a cantidad de tinta o de papel utilizada para escribirla? ¿Valores estéticos de expresión artística individual o creación colectiva social a solo costos de producción?, ¿Cuantificar eventos sin reflejar la inherencia del colectivo comunitario en cada proceso de pre producción, producción y postproducción?, ¿Cuantificar el número de publicaciones editadas como resultado de logros sin la garantía de que lleguen esas ediciones a manos de quienes realmente las necesitan?
Consideramos la mayoría de los servidores públicos comprometidos de forma y contenido con la gestión cultural en América Latina que hemos avanzado cualitativa y cuantitativamente comparativamente con gestiones culturales en el pasado gracias, a la toma de conciencia y a las presiones progresivas de un pueblo y cultores más consciente de sus derechos y deberes constitucionales.
Si hablamos de participación comunal en la construcción de la memoria local regional y nacional, si hablamos y escribimos sobre gerencia participativa con el poder comunal, construcción del estado obrero, producción de empresas socialistas para el empoderamiento popular, valoración y preservación de nuestro patrimonio intangible, democratización y acceso a la cultura para todos y todas, sin duda alguna debemos confrontarnos mas temprano que tarde sobre los limitados indicadores de gestión que continuamos utilizando en la gestión cultural en América Latina. Por ejemplo, el hecho de que se refleje o se hable del número de empleos en el área cultural, no se muestra la situación real de estos empleos, lo mismo ocurre con los gastos culturales y con la frecuencia de asistencia a los espacios o eventos y no se evalúan muchas veces los índices de participación cultural, dispersión espacial de los equipos en los territorios considerados, la diversidad de los grupos que los frecuentan, los patrones de Gastos exigidas de los usuarios o participantes en las actividades.
Francia, país con una experiencia de más de cuarenta años en el uso de indicadores de gestión cultural, presenta indicadores sociales más densos: relación entre tarifas culturales y frecuencias, relación entre el número de bibliotecas y la evolución de las prácticas de lectura, el estudio de la relación entre educación artística y prácticas culturales, análisis que faciliten percibir el esfuerzo muy grande y continuo del registro de todos los procesos de informaciones. Esto lleva a otro aspecto relacionado con la calidad de las informaciones registradas. ¿Cómo se manejan los indicadores de gestión cultural en México, Brasil, Venezuela, Argentina, Cuba, Ecuador, Chile, Colombia? ¿Qué indicadores de gestión requieren los pueblos de Haití, Guatemala, Bolivia, Nicaragua hoy?
Tomando en cuenta el concepto más amplio de cultura y considerando las características de cada país latinoamericano y cada una de sus grandes diferencias regionales, se requiere una red de actores comprometidos esencialmente en el diseño, operatividad funcional del intercambio y registro de indicadores culturales más acordes a nuestra realidad, necesidades sociales, diversidad multiétnica, multilinguistica y pluricultural.
Nuestros actores sociales latinoamericanos comprometidos en la gestión cultural en los últimos años están aprendiendo a participar y socializar la información a la que tienen acceso en Congresos, Encuentros, Seminarios regionales, nacionales e Internacionales, así como generar más debates también en ese sentido en el seno de las comunidades con la participación de gestores culturales y administradores comprometidos con la construcción del socialismo del siglo XXI.
Los valores de medición de una gestión cultural elitista están centrados en valores cuantitativos que reflejan principalmente los valores económicos invertidos. Cómo aprendemos y enseñamos a sintetizar valores cuantitativos resaltando debidamente el ¿por qué?, ¿cómo? y ¿con quién? construimos los valores cuantitativos de una gestión cultural ¿Cual es la diferencia de hacerlo como lo hacemos hoy a como se hacía antes?, ¿Cómo analizar y divulgar el costo real de las inversiones sociales a través de la gestión cultural?, ¿Cómo analizar el costo social de cada inversión cultural sin repetir esquemas y fórmulas que minimizan o invisibilizan la gestión humana para el desarrollo cultural?. Es fundamental que aprendamos a contestar como pueblo y con sus cultores regionales cada una de estas interrogantes, facilitando el acceso a la información oportuna y veraz, la corresponsabilidad inherente a la administración de los presupuestos reales asignados para la gestión cultural, (muchas veces insuficientes para tantas necesidades humanas, dotaciones de equipos para la formación y hacer creativo, mantenimiento especializado o construcción de nuevas infraestructuras locales).
Cada día se hace mas necesaria la sinceración humana y técnica de las debilidades y fortalezas de la gestión cultural, administrada por los burócratas o técnicos “poseedores” o “conocedores” de las metodologías que debería ser siempre diseñadas , compartidas y al servicio junto al poder popular, sus creadores y soñadores , siempre en el compromiso de acompañar planes sistemáticamente, que evidencien objetiva y subjetivamente para el pueblo y con el pueblo los avances de gestión cultural en cada región o país de una América grande que merece sentirse y hacerse sentir orgullosa de sus orígenes, su diversidad, prospectivas creativas y productivas, una América que no tiene absolutamente nada que envidiarle culturalmente a ningún otro Continente, más si mucho que compartir y enseñar, a las nuevas generaciones comprometidas con la salud del planeta, la extinción de todo tipo de pobreza y la construcción de nuevas realidades con la creatividad a flor de piel, nuestros valores, la alegría, el color y calor contrastante de nuestros trópicos, ríos, mares, la magnificencia del encuentro de cóndores y águilas sobre nuestros altiplanos y montañas. Solo así estaremos asumiendo “lo que somos” a partir “de donde estamos”, rompiendo los viejos esquemas heredados por los “cultos” de otros lares, muchas veces bien intencionados pero desconocedores de de las realidades locales y en ocasiones retardadores del desarrollo cultural de cada región.
Hoy es una buena oportunidad para iniciar procesos bien interesantes de valoración y puesta en acción revolucionaria de los poderes creativos del pueblo latinoamericano, muchas veces llamado por los administradores culturales seleccionados por los gobiernos de turno “inculto” y “sin experiencia gerencial”.
¿En las universidades que nos gradúan y entregan títulos de postgrado nos enseñan a pensar, interpretar, promover, hacer, medir la cultura desde el sentir y el saber del pueblo? ¿Que estamos construyendo como facilitadores y gerentes culturales en el aquí y el ahora para construir nuevos puentes con los encuentros de saberes y administración sabia de los recursos financieros para alcanzar la mayor suma de felicidad posible? ¿Puede existir una revolución sin tener primero una revolución cultural? ¿Dónde, cómo y con quien se inicia una revolución cultural?
Pueden descargar el PDF de este documento y de otro publicado antes acá (CONTRA TODO TIPO DE POBREZA, EL VALOR DE LA CULTURA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI) pinchando los siguientes vínculos:INDICADORES DE PENSAR, HACER Y PROMOVER CULTURA
CONTRA TODO TIPO DE POBREZA
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